El EJERCICIO FÍSICO: una herramienta eficaz para disminuir las caídas en la población adulta mayor

Laura Flores

9/30/20243 min read

En la actualidad contamos con una población cada vez más longeva pero también más frágil, expuesta continuamente a las consecuencias del envejecimiento; es decir, al declive progresivo de las funciones cognitivas y fisiológicas que acontecen de forma natural con el paso de los años. Esto crea un contexto para las personas mayores en el que el riesgo de sufrir caídas aumenta considerablemente, fundamentalmente por el deterioro de la propiocepción y de la función musculoesquelética (Sun et al., 2021). Es decir, la capacidad para adaptarse al entorno se hace menos efectiva y las caídas pueden ser cada vez más frecuentes conforme se envejece. De hecho, se ha comprobado que el 25% de los adultos de entre 65 y 74 años experimenta una caída al año, porcentaje que sube al 29% en las personas de entre 75 y 84 años, y alcanza el 39% en quienes tienen más de 85 años (Sun et al., 2021).

Las caídas y los daños generados en quienes las experimentan son la tercera causa de discapacidad crónica y, por tanto, el motivo por el que muchas personas de tercera edad tienen que abandonar su independencia y contar con ayuda para realizar sus actividades de la vida diaria (Rodrigues et al., 2022). Así pues, es muy importante considerar medidas que ayuden a contrarrestar el presente problema y conseguir de esta forma una población más autónoma, sana y feliz.

El ejercicio físico, y en concreto, programas de entrenamiento multicomponente (que incluyen el entrenamiento de fuerza, la reeducación del patrón de marcha y el trabajo de equilibrio, fundamentalmente), pueden ser una herramienta efectiva en la disminución y la prevención del riesgo de caídas (Izquierdo et al., 2021). La ejecución de estos ejercicios a una frecuencia, intensidad y volumen progresivos, ayudan a combatir la fragilidad de los adultos mayores; es decir, favorecen el incremento de la masa y la fuerza muscular, de la movilidad y de la capacidad funcional de los mismos, dando esto como principal resultado un sistema neuromuscular más preparado para superar los obstáculos encontrados en el día a día (tropezar con algún objeto, resbalarse, subir y bajar escaleras, mantener el equilibrio en diferentes acciones…) (Izquierdo et al., 2021).

Por tanto, es primordial incluir el movimiento y el ejercicio físico como un hábito de vida indispensable en la población, especialmente entre los adultos mayores para contrarrestar los efectos negativos del envejecimiento, tales como el ya mencionado aumento del riesgo de caídas. Un buen programa de ejercicio físico no solo mejora la estructura y función de nuestros músculos y articulaciones, sino que también tiene impactos positivos a nivel cognitivo, lo que propicia en su conjunto un contexto de mayor independencia, autonomía y calidad de vida para todos aquellos que integran el entrenamiento en su rutina.

Referencias

Rodrigues, F., Domingos, C., Monteiro, D., & Morouço, P. (2022). A Review on Aging, Sarcopenia, Falls, and Resistance Training in Community-Dwelling Older Adults. International Journal of Environmental Research and Public Health, 19(2).

Sun, M., Min, L., Xu, N., Huang, L., & Li, X. (2021). The effect of exercise intervention on reducing the fall risk in older adults: A meta-analysis of randomized controlled trials. International Journal of Environmental Research and Public Health, 18(23).

Izquierdo, M., Merchant, R. A., Morley, J. E., Anker, S. D., Aprahamian, I., Arai, H., Aubertin-Leheudre, M., Bernabei, R., Cadore, E. L., Cesari, M., Chen, L. K., de Souto Barreto, P., Duque, G., Ferrucci, L., Fielding, R. A., García-Hermoso, A., Gutiérrez-Robledo, L. M., Harridge, S. D. R., Kirk, B., Kritchevsky, S., … Fiatarone Singh, M. (2021). International Exercise Recommendations in Older Adults (ICFSR): Expert Consensus Guidelines. The journal of nutrition, health & aging, 25(7), 824–853.